Investigación de Magíster en Artes Visuales UMCE inspira proyecto de creación de esculturas lúdicas en escuela intercultural

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En la Escuela Intercultural Trañi Trañi, en la Región de La Araucanía, el arte se convirtió en un puente entre generaciones, conocimientos y formas de habitar el territorio. a través del proyecto “Esculturas lúdicas para el patio de juegos de la Escuela Trañi Trañi” –seleccionado en la última convocatoria del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart Regional 2024, en la línea de Creación Artística-.

El trabajo, que buscó crear piezas que invitaran al juego, la exploración y el encuentro entre niños y niñas, transformando el patio en un espacio vivo de aprendizaje compartido, tuvo su origen en la tesis de Magíster en Didácticas Contemporáneas de Artes Visuales de la UMCE realizada por Ana Carolina Salinas, quien profundizó en la legitimación de aquellos saberes, prácticas y conocimientos que siguen vivos en la memoria colectiva, pero que no siempre se reconocen dentro de la educación formal.

La iniciativa surgió a partir de la investigación “¿Y qué pasó con el lazo de rüme?: La escuela intercultural bilingüe más allá de la enseñanza de la lengua” (2022–2023). Uno de los hallazgos más significativos apuntó a la necesidad de reconocer y poner en valor los saberes que habitan el territorio: “Conocimientos transmitidos por la experiencia y la memoria de quienes viven cerca de la escuela o forman parte de su comunidad, pero que muchas veces quedan fuera del aula”, explicó su autora.

Uno de los referentes clave fue Guillermo Llanquinao, maestro rukero: “Él conoce desde la práctica la construcción de la ruka y el trenzado del lazo de rüme o junquillo y pita, con el que originalmente se amarraba su estructura”, agregó la investigadora.

Y aunque su estudio inicial abordó la práctica olvidada del lazo de rüme, no logró profundizar en la construcción completa de la ruka ni en su estructura. Sin embargo, durante su estancia en la escuela observó otra necesidad: el patio donde juegan niños y niñas tenía un enorme potencial para ser habitado y resignificado. “El patio cumple un rol fundamental, porque es un espacio simbólico que permite experimentar, encontrarse y aprender en comunidad”, señaló.

A partir de esa observación surgió la propuesta creativa: desplazar material y formalmente elementos de la ruka para dar vida a un conjunto escultórico que dialogara entre las materialidades y el sistema constructivo mapuche, y los procesos estéticos de la escultura contemporánea. El resultado fue un espacio lúdico que integra tradición, memoria y creación artística.

El proyecto también buscó relevar la cultura mapuche como una cultura viva, en constante transformación y situada en un contexto de hibridación cultural. Al mismo tiempo, puso en evidencia que muchas prácticas tradicionales están desapareciendo junto con “los antiguos”, y que la memoria social —ese conjunto de saberes compartidos— reclama un lugar.

“La investigación fue la puerta de entrada a todos estos conocimientos. Él sabía de ruka y yo de escultura contemporánea, y los pusimos en diálogo”, comentó Salinas.

Para la escultora, el proyecto se convirtió en un espacio para esa memoria y para reconocer que niñas y niños forman parte de un contexto mayor. “Es en el jugar con otros y otras donde es posible desarrollar las habilidades para transformarlo”, concluyó.

Fotografías: Ana Carolina Salinas

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