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Miércoles, 22 Junio 2022 22:22

Nutracéutico formulado por investigadora de la UMCE podría prevenir y tratar enfermedades neurodegenerativas Destacado

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“Siempre quise hacer algo que sirviera a la gente y es la razón por la que he desarrollado esta área de promoción de salud y del buen vivir”, explicó la académica del Departamento de Química, Dra. Elisa Zúñiga, creadora de la formulación.

Luego de casi 10 años de que la investigación encabezada por la académica del Departamento de Química, Elisa Zúñiga, diera origen a una tecnología para la prevención y tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, a través de nanofibras de quitosano, cada vez está más cerca la elaboración de un nutracéutico que permitirá acceder a esos beneficios.

Así lo anunció la investigadora, tras recibir información de parte de la Fundación COPEC- UC -institución que fomenta el desarrollo científico y tecnológico en el país y apoyó el proyecto de la profesora Zúñiga desde sus inicios- que expresa sus felicitaciones e informa la firma de un “contrato de licencia con la empresa BioAgro, quienes se han comprometido a desarrollar y poner en el mercado un nutracéutico basado en esta tecnología en el plazo de 5 años”. Esto, agrega el mensaje, “es la culminación de un largo proceso que iniciaste (...) para que muchas personas se vean beneficiadas por tu conocimiento y creatividad para tener una mejor vida”.

Contenedor de antioxidantes neuroprotectores

nanoprotector2“Siempre quise hacer algo que sirviera a la gente y es la razón por la que he desarrollado esta área de promoción de salud y del buen vivir”, recuerda la profesora Zúñiga. “Me adjudiqué esta investigación como jefa de proyecto, mientras trabajaba en la Universidad de Valparaíso y cuando me vine a la UMCE, el año 2011, lo traje conmigo”. La investigación generó nanofibras de quitosano autoensambladas, que contienen compuestos bioactivos antioxidantes especialmente útiles en el tratamiento o prevención de enfermedades neurodegenerativas.

“Como contenedoras de compuestos bioactivos, biodegradables y seguras, estas nanofibras son útiles como nutracéuticos o fármacos, que se absorben principalmente a nivel de intestino delgado y atraviesan la barrera hematoencefálica, aumentando la biodisponibilidad de los compuestos bioactivos en distintos órganos, incluyendo el cerebro, donde actúa como un sistema de liberación controlada”, señala la descripción del compuesto (ver ficha completa).

La innovación de esta fórmula, agrega la profesora Elisa Zúñiga, es que “utilizando las propiedades de autoensamblarse de los compuestos químicos, se generan un contenedor de antioxidantes neuroprotectores, capaz de atravesar las barreras hematoencefálicas. Además, no requiere de otros químicos para la síntesis, no genera contaminantes, ni compuestos tóxicos que pudieran crear algún efecto secundario”.

Los ensayos confirmaron efectividad

nanoprotector1Luego realizaron pruebas en el Centro de Neurociencias de la Universidad de Valparaíso, donde uno de los investigadores del proyecto, Pablo Muñoz, hizo experimentos, tanto a nivel de cultivo de neuronas, como en animales y las muestras revelaron su efectividad y que no había toxicidad.

Pero había que sortear una situación, agrega la investigadora: “como se trataba de un neuroprotector y la neurodegeneración viene con la edad, había que envejecer a los animales y en eso estuvimos durante un año y medio para que alcanzaran la edad equivalente a una persona de 80 años”.

“Entonces iniciamos pruebas químicas y se observó que los tejidos no presentaban neurodegeneración, pero lo que más llamaba la atención fue que en los análisis de conducta, los ratones tenían comportamiento de ejemplares de la mitad de edad. Este resultado validó el proyecto y demostró que efectivamente generaba un beneficio a nivel conductual”.

Los ensayos también fueron apoyados por tesistas de la Universidad de Valparaíso (2 químicos farmacéuticos y 2 nutricionistas) y nuestros (2 profesores de Química y 1 profesor de Biología) cuyos estudios comprobaron su eficacia e inocuidad de los compuestos, aún en altas dosis, y que los efectos también eran visibles a lo largo del tiempo, más allá del período de consumo porque “a medida que pasaba el tiempo las mismas enzimas del cerebro generaban un estímulo biológico que hacía que estos contenedores se abrieran y se liberaran antioxidantes de manera controlada”. Las tesis, agregó la investigadora responsable, generaron conocimiento en el área no solo en la UMCE y la UV, sino también en la Universidad de Santiago de Chile y en la Universidad de Chile, como muestra del apoyo entre universidades estatales.

Ingredientes naturales, no tóxicos, y producción simple y de bajo costo

nano1Las ventajas de este invento -constituido sólo por ingredientes presentes en fuentes naturales, no tóxicos, y de producción simple y de bajo costo- requería proteger su propiedad intelectual. La formulación logró ser patentada en Chile y en Estados Unidos, en un proceso que “parece fácil, pero requiere de mucho conocimiento de la naturaleza química de los compuestos: nosotros generamos conocimiento que no había. Era un trabajo interesante e innovador, pero además de muy fácil transferencia tecnológica, aunque requería condiciones de pureza porque iba al cerebro de las personas”.

Estos resultados han sido “un incentivo para presentar la idea en Europa y Estados Unidos para patentar, considerando que en Chile no hay producción de compuestos biotecnológicos, por falta de apoyos a esta innovación o a dar un valor agregado a las cosas. Las empresas en general no le otorgan valor y las tecnologías normalmente se exportan”.

En este caso, la empresa BioAgro, a través de su gerente de Desarrollo, Osvaldo Rubilar estará a cargo de la transferencia tecnológica y de producir el producto en Estados Unidos, “donde apoyan este tipo de iniciativas y sólo requerían el tema de la patente. Ellos se han comprometido a producir de aquí a 5 años, este nuevo nutracéutico”.

Nadie enseña lo que no sabe y nadie sabe si no genera conocimiento

nanoprotector4Frente a todo este proceso, la investigadora plantea la siguiente reflexión: “una frase típica del Departamento de Química es que nadie enseña lo que no sabe y nadie sabe si no genera conocimiento. O sea, si no fuera así, en nuestro Departamento no seríamos buenos o buenas profesoras y es por eso que uno ve a todos trabajando en investigación. Es cierto que nos comprometimos a desarrollar el área de educación y lo estamos haciendo, pero el conocimiento también es parte de la enseñanza y es una de las áreas desarrolladas en las competencias, porque tienen conocimientos, habilidades, actitudes, destrezas que le permiten ser un buen profesor en el aula”.

Ha sido interesante, agregó, que nuestros estudiantes “formados para profesores y profesoras tienen un conocimiento que les permite tener una base para trabajar en cualquier lugar, no sólo en excelentes clases, porque saben lo que enseñan, sino también porque pueden ir a otras universidades y desarrollar tareas que son propias de las ciencias. Nuestros y nuestras tesistas vivieron el proceso de la investigación científica, lo que los empodera muchísimo para hacer la transposición didáctica al aula”, aseguró.

 

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