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Viernes, 15 Septiembre 2017 13:18

Víctor San Martín, nuevo director de Investigación y de Programas de Postgrado: “la UMCE sigue siendo el Pedagógico de Chile y un referente importantísimo Destacado

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Director de Investigación y Programas de Postgrado UMCE, Víctor Hugo San Martín Ramírez Director de Investigación y Programas de Postgrado UMCE, Víctor Hugo San Martín Ramírez

“Vine a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación porque me pareció un desafío que me mueve mucho: el servicio público y que esta Universidad debe estar en el sitial que le corresponde”, aseguró.

Fortalecer los Programas de Postgrado en conjunto con una investigación pertinente, con sentido y de calidad propone la gestión del recién asumido director de Investigación y Programas de Postgrado de la UMCE, Víctor Hugo San Martín Ramírez. Proviene del área de la formación filosófica y teológica: Licenciado y Magíster en Teología y Doctor en Moral, lo que según explicó es equivalente –en filosofía- a “ética o teología moral”. También se perfeccionó en bioética y en planificación de competencias para enfrentar posteriormente su trayectoria en educación, que entre otras iniciativas contempló desarrollar la Dirección de Investigación y el diseño de Programas de Postgrado en Educación en su anterior Universidad.

Sus desafíos
Como director, su propuesta de gestión está dirigida a “la potenciación conjunta de la investigación y el postgrado. No hay buen postgrado si no hay investigación de impacto, con sentido y de calidad. Es un círculo virtuoso”, aseguró.

En términos concretos, “quisiera contribuir al fortalecimiento de la investigación ligada a la educación, y a que la mayor cantidad de Programas de Postgrado ingrese a la fase de autoevaluación para que puedan acreditarse en el corto plazo. Vine a la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación porque me pareció un desafío que me mueve mucho: el servicio público y que esta Universidad debe estar en el sitial que le corresponde”.

“La UMCE sigue siendo el Pedagógico de Chile, eso es verdad. Sigue siendo un referente importantísimo y estamos súper maltratados por el tiempo, la historia y por necesidades de actualización que a veces no comprendemos. Me ilusionó el desafío académico. Considero además que la gestión que realizo no es sólo administrativa, sino que es gestión académica. Eso es lo que me atrae. No gestionar proyectos, sino programas e ideas”.

Otro de los hitos que espera cumplir es elevar los índices de investigación con fondos externos, publicaciones en revistas de corriente principal, y fortalecer claustros y cuerpos de colaboradores, con profesores, doctores y académicos que puedan dirigir tesis, con mayor productividad, y cuya permanencia en ese claustro se evalúe periódicamente. “No podemos avanzar hacia la acreditación de programas sin claustros fuertes y cuerpos de colaboradores potentes. Eso tiene un sentido de urgencia”, enfatizó.

También espera que Postgrado e Investigación estén “del todo unidos. No sólo de hecho, sino también de derecho. Uno de los desafíos estructurales de la Universidad es unificarlos en una figura jurídica con una sola dirección y una unidad. Es lo que la autoridad ha intuido, porque hasta ahora los acentos se han puesto en el ámbito de la investigación, lo que es comprensible, pero tenemos que potenciar ambas áreas con la misma intensidad”.

“Sabemos que no partimos de cero. Pero desearíamos dar un nuevo impulso”, afirmó, “si nosotros damos el primer paso, creo que se puede lograr un grado de acercamiento a las exigencias de la Comisión Nacional de Acreditación, del Postgrado y de la investigación. Sobre todo impregnar con ese sentido de urgencia, rescatar lo nuestro en toda la Universidad, desde las autoridades hasta el último de nuestros colaboradores, ‘encamisetarnos’ con ella y proyectarla al futuro”, puntualizó.

Su experiencia
“Mi relación con la docencia se inició en 1996, en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica del Maule (UCM), y aunque no venía del área de la pedagogía, surgió la opción de desarrollar labor académica, de investigación, de docencia e incluso de gestión en el ámbito de la pedagogía y la formación de profesores”, señaló.

Ese año, Víctor San Martín asumió en la UCM –donde permaneció durante las siguientes dos décadas- la responsabilidad de crear la Dirección de Investigación y Perfeccionamiento: “entonces había una necesidad de perfeccionar al mismo cuerpo académico de una universidad creada sólo cuatro años antes”. Posteriormente se convertiría en director del Departamento de Fundamentos de la Educación el 2005. Tiempo después, a partir un proyecto MECESUP, entre 2008 y 2013 “iniciamos el diseño de un Programa de Doctorado con otras 5 universidades del sur. Lo echamos a andar el 2014. Fui director del Proyecto hasta diciembre del 2013”.

San Martín destacó que este programa es el único de provincia acreditado en educación sin tener alumnos egresados y “ese es un gran mérito”, enfatizó. Es impartido como Consorcio con Universidades del Sur. Antes de ello, el año 97 diseñó un Programa de Postgrado, el primero de la UCM, un Magíster en Educación con mención en Currículo y Gestión, acreditado el 2015, y que hoy recibe alumnos becarios CONICYT y de programas horizontales de cooperación internacional de la AGCI y Mandela (África).

Su posterior especialización le habría permitido colaborar mucho más activamente en los rediseños curriculares de las carreras de la UCM y asesorar varias universidades en Chile y el extranjero con el tema de la formación en competencias, declaró, “un modelo que en ese momento estaba muy en boga y que hoy tiene algunos detractores, con toda razón porque el modelo se ha ido desvirtuando en algunos casos”.

También realizó pasantías en Estados Unidos, en Boston (Boston College), en Rhode Island (University of Rhode Island) y en Iowa (University of Iowa), porque para el diseño del Doctorado se optó por iniciar convenios de colaboración con universidades británicas, españolas y norteamericanas, “por varias razones: más del 90 por ciento de la investigación en ciencias de la educación que se produce en el mundo, está en inglés. Además, tienen mucha experiencia en diseño y programación de Doctorados en Ciencias de la Educación, lo que fue útil para la valoración de nuestros doctorandos, pensando también en la movilidad académica y estudiantil en el futuro. También porque nos hacía aparecer como un programa más extendido e internacionalizado, incluso a nivel de idioma, lo que le otorgaba una mejor proyección estratégica”.

En lo personal, declaró encontrarse “en lo que suele llamarse como la etapa más productiva: tengo la ilusión de un chiquillo de 20 en este desafío que me toca enfrentar, con la experiencia de un hombre de más de 50, como para no cometer los errores pasados. Todos hemos aprendido haciendo y cometiendo errores en el proceso”.

Esta etapa la inició en Santiago, porque si bien proviene de Talca, en estos días vive en Santiago con dos de sus tres hijos estudiantes, mientras su esposa permanece en el Maule, donde trabaja: “estamos en movimiento permanente. Mi hija y mi señora vienen y luego nosotros vamos”.

Investigación educativa
La investigación en ciencias de la educación o investigación pedagógica debe atender a una serie de criterios, declaró. “El primero de ellos es el de la pertinencia, es decir, una investigación que tenga impacto en las prácticas docentes, en el sistema escolar. Debe estar en el aula, pero también en la política educativa. A mí me hace mucho sentido el tema del currículo como un puente entre lo que es el sistema escolar y el sistema político y social del país”.

Dentro de este criterio, la investigación científica en educación “no puede desligarse del aula ni de la formación inicial de profesores”, aclaró. Esto, porque provoca que “los investigadores pierdan el nexo con la realidad de la formación. Cuando salen del ámbito de la docencia y se dedican sólo a la investigación –práctica que están usando muchas universidades- se rompe con el criterio de pertinencia”.

El segundo criterio es el “sentido en la investigación científica, una intención global de superar los problemas estructurales que existen en el sistema educativo actual en Chile. Sentido como intención y significado para eventualmente transformar las prácticas educativas de los docentes en Chile”, dijo.

Atribuye el tercer criterio a la calidad: “se habla mucho de calidad y equidad en educación. Pero lo cierto es que tenemos problemas con ambos conceptos. Los formadores de pedagogos debiéramos comenzar preguntándonos si efectivamente lo que estamos realizando tiene la calidad que se requiere y esto no necesariamente obedece a productividad. Tiene que ver con el grado de cambio que produce y el grado de conocimiento que genera. Un conocimiento que efectivamente le sirva al profesor universitario, a los docentes que estamos formando y al pedagogo que está todos los días en las aulas del sistema escolar”. La equidad, agregó, “tiene que ver con el grado de segregación que sufre la educación en la producción científica del país. Si hacemos una investigación pertinente, intencionada y metodológicamente bien ordenada, deberíamos alcanzar una asignación e importancia mayor para el Estado”. Sin embargo, no sucede así, ya que resulta compleja “la captura de recursos, escasa presencia en el campo científico nacional y poca significación –un 0,7 % de la producción científica corresponde a investigación en educación- y menos si consideras la que se publica en revistas de corriente principal”.

Hay varios factores, dijo, el mayor es el tipo de investigación que efectivamente se valora, “pensando en la estructura de CONICYT y en la exigencia de los grupos de estudio de FONDECYT. Pero hay una cuestión estructural que no depende de los grupos de estudio, sino de FONDECYT”. Esto, sumado a la reducida destinación presupuestaria, porque “los proyectos crecen exponencialmente y los recursos se mantienen o se reducen. Ahí hay un tema de equidad que tiene que ver con la gestión de organismos públicos y programas. Todo lo que vemos es una producción diversa, fragmentada e interesada en ciertas áreas del conocimiento. Creo que ese es un tema que tenemos que conversar como universidades estatales”.

A su juicio, debe producirse una reforma del sistema: “CONICYT ya no da más de sí. Fue hecho para una realidad completamente distinta en los años 60. Hoy la demanda en investigación ha cambiado mucho y las ciencias sociales y la educación piden más presencia y más tiempo en investigación. Tengo esperanzas en que el futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología atienda esa diversidad investigativa y de pensamiento, así como de aquellas universidades que nos dedicamos a la formación de personas y de profesionales que van a formar personas. En suma, a la formación pedagógica”, concluyó.

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