“Trágica nostalgia imaginaria que acompañó mi historia desde niño, con una imagen de la cuidad con su psicología, con un imaginario propio, historias y una personalidad. Es como un ente, en donde está lo bonito, lo feo, la niñez, los símbolos” comenta el Caamaño.
Con iconos como los tranvías, la iglesia de los Sacramentinos, hombres de noche que deambulan, actitudes corporales casi estáticas de gente que mira y recopila, destaca el artista, “Mi pintura son muros donde yo cuento mi historia, voy poniendo las imágenes, sin tanta importancia de las perspectivas, la rigurosidad técnica, si no que voy poniendo las cosas para que la gente las lea, recurriendo a símbolos simples” subraya.
“Letreros, mapas, palomas, momentos en que la gente sale y entra del trabajo, tumultos” una percepción que para el Caamaño es muy importante y valorable para mostrar a la gente de la Universidad, con una propuesta “para nada criptica, para que la vean, la entiendan y se comuniquen con ella” remarcó.
“Me interesa mucho la comunicación con la gente joven, creativa, los que transforman” subrayó el artista formado en la Academia de Bellas artes de la Universidad de Chile, dando vida a una serie de obras que para Joan Farías, curador de la sala Nemesio Antúnez, “destacan por su riqueza del color, además de que técnicamente fusiona planos y escenas, un ejercicio genera una especie de paisaje de ensoñación de lo efímero, de lo etéreo, de esa cualidad de donde comienzan a salir sus personajes”.