En un emotivo encuentro que reunió a académicas/os, estudiantes y egresadas/os, el Departamento de Educación Básica de la UMCE llevó a cabo la segunda sesión de la serie “Diálogos para no perder la memoria”, actividad que tuvo como invitada a la profesora de Filosofía Andrea Palma Salamanca, quien jugó un rol protagónico en el proceso de recuperación de la organización estudiantil en la década del 80, siendo la primera presidenta del Centro de Estudiantes del Pedagógico en ese contexto.
Agradeciendo la participación de la profesora y la generosidad de compartir su testimonio con nuestra comunidad universitaria, el académico del Departamento de Educación Básica de la UMCE, Guillermo Castro Palacios, sostuvo que la iniciativa tiene como propósito reconocer este espacio como un territorio particular con ciertas características y “poner en diálogo a los estudiantes de ayer con los estudiantes de hoy para reflexionar y para proyectar las posibilidades organizacionales del movimiento estudiantil, pero también recuperar la memoria de este espacio y territorio que es el Pedagógico”.
En el marco de la dictadura cívico-militar, comentó el profesor Castro, Andrea Palma tuvo un rol muy importante en el propósito común del movimiento estudiantil universitario de democratizar las organizaciones estudiantiles para contribuir a la democratización de la sociedad: “Este testimonio es un material valioso porque aporta a la posibilidad de situar ciertos contextos y nos permite reflexionar sobre las condiciones actuales tanto de la institución, del movimiento estudiantil y de las posibilidades que este contexto actual nos ofrece ya que somos continuidad y no sólo ruptura con el pasado”.
Con una extraordinaria lucidez y un conmovedor relato sobre las vivencias de la generación de los 80, Andrea Palma, enfatizó que “el Pedagógico le marca la vida a la gente, esa es mi experiencia política y militante. A nosotras/os los partidos y la participación política nos marcaron la vida porque no podía ser de otro modo”.
Yo no solo porto una historia a partir del pedagógico, agregó, “porto una historia personal que marca la vida de este país. Tengo un hermano que es muy importante –Ricardo Palma Salamanca- que ya no vive en Chile, que estuvo incógnito durante 22 años hasta que aparece hace unos años atrás”.
Mi conexión con el Peda parte antes, señaló: “tengo una experiencia militante anterior a la vida universitaria, una experiencia muy juvenil, a partir de los 15 años, en las juventudes comunistas, y desde la militancia conocíamos el Peda por su tradición, por la huella que dejaba, por la participación política, pero también como un espacio universitario que siempre peleó por hacer universidad”.
Mi mamá era profesora del Pedagógico, del Físico, añadió, “entonces yo tenía un acercamiento importante de lo que implicaba en los 60 la vida universitaria, esta vida que se abría paso con funciones y roles para el desarrollo nacional, no sólo la universidad entendida como el espacio donde vamos a estudiar y nos convertimos en profesionales, sino que contribuye a la formación de profesionales y de intelectuales que aporta con una mirada política, ideológica y antropológica, que fue un rol en esos tiempos”.
Tiempos de destrucción y ruptura
El año 81, relató la profesora Andrea Palma, “se produce la destrucción de la vida universitaria como la conocíamos hasta ese minuto porque Pinochet decreta la Ley General de Universidades, que implicó no sólo la destrucción de las instituciones universitarias, sino que la irrupción del mercado en la vida universitaria”.
En ese tiempo, indicó, “también se produce un plebiscito para consumar una constitución que le pone ordenamiento al desarrollo del país, se produce la municipalización de la enseñanza, que fue la ruptura del sistema público educativo que recién lo estamos recuperando hace un par de años, y se rompe la estructura universitaria”.
Fueron años, señaló la profesora, en que “se crean las famosas carreras universitarias y no universitarias dando paso al cuasi mercado de manera obscena, sin reglas, entonces fue la proliferación de muchas instituciones y universidades privadas. En ese momento el Pedagógico se transformó en la Academia Superior de Ciencias Pedagógicas, que tuvo su símil en Valparaíso con lo que hoy es la Universidad de Playa Ancha (UPLA)”.
Recuperación de la organización estudiantil
Relatando detalladamente la participación política estudiantil y el protagonismo social del Pedagógico, Andrea Palma enfatizó que “la nuestra fue una generación que asistió a una fase transicional de romper todo lo que había y éramos ese bastión que peleó por mantener y desarrollar algunas cosas y hacer sobrevivir otras para sostener una institución participativa y democrática, que no lo era”.
En ese momento era raro no tener formación política, aseveró: “era muy difícil encontrar a estudiantes que no tuvieran una posición política. No la decían, porque el temor era grande”. El Pedagógico, sostuvo, era un bastión de represión de la dictadura: “parecíamos banco, con guardias privados con armas y palos que eran capaces de actuar si una situación lo ameritaba, no era sólo una figura simbólica, eran activos de la delación, de la persecución y de las golpizas”.
La recuperación de la organización estudiantil era vital ya que esa destrucción fue el golpe más fuerte que había dado la dictadura, destacó la profesora. Los primeros centros de alumnos democráticamente elegidos fueron los de Castellano, Filosofía, Historia y Música: “el año 85 todas las carreras tenían centros de alumnos y ya pensábamos en una orgánica que nos congregara a todos. Dimos esa pelea y conformamos el Centro de Estudiantes del Pedagógico que fue elegido democráticamente”.
En la medida que fuimos recuperando la organización democrática, dijo, "también fuimos aprendiendo algo que se perdió en el tiempo como es la territorialidad, que hoy la hemos ido internalizando. No sólo era el Peda acá, sino que también era el Peda democratizando el territorio".
Lo que iba pasando internamente en el Pedagógico también iba pasando en el país, reflexionó: “Nuestra tesis principal era la conquista del poder y teníamos la profunda convicción de que consiguiendo la democracia en las universidades también conseguiríamos la democracia en Chile. Nuestra lucha, que en un comienzo fue muy reivindicativa de lograr la organización estudiantil, empezó a mediatizarse, por lo que cada vez fue más reivindicativa de la recuperación de la democracia en el país, por ello, esta organización estudiantil no era sólo para nosotras/os, si no que era fundamental para el país”.
Fue un tiempo muy convulsionado, explicó, “complejo, intenso, movilizado y participativo, pero hermoso, porque fue de mucha creatividad. Este Peda albergó a poetas que recorrieron nuestros patios, cantantes maravillosos, grupos de danza que acompañaban nuestras marchas y en cada marcha conquistábamos un poco el poder”.