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Sala Nemesio Antúnez - " Salón de Estudiantes"

 

  

ESTRATOS DE SENTIDO

 

Si pensáramos las producciones artísticas de cualquier época como articulaciones culturales, ello nos permitiría asumir que las imágenes recogen capas de diferentes consistencias en sus significados. Su consistencia estaría en línea con su intencionalidad, ya sea declarada o implícita. Esas mismas obras permitirían a sus audiencias participar de diferentes dominios de la existencia. Y estos ámbitos del ser  constituirían una experiencia que se detona en el enfrentamiento con la materialidad (o en algunos casos, la virtualidad) de la obra. Así, percibir visualmente no es una recepción sin juicio, ni una contemplación aislada de la inmediatez del “aquí y ahora”.

Hace ya muchos años Merleau-Ponty indicaba que la percepción “deviene una interpretación de los signos que la sensibilidad va proporcionando en conformidad con los estímulos corporales”. Percibir no consistiría solamente en una recepción acrítica y sensorial de estímulos, sino en una integración con la propia experiencia del cuerpo en el mundo. De este modo, la imagen del arte se construye desde su relación con los escenarios de recepción y producción material que la cobijan.  Por lo tanto, esa misma imagen no sólo tendría la posibilidad de ser vista por la percepción óptica del espectador, sino también y en ciertos momentos, experimentada en una esfera de mayor complejidad. 

Esa esfera de la experiencia señala un conjunto de fuerzas que interpelan la percepción de quien les contempla. Y si percibir es aquella integración de la interpretación y la sensación indicada anteriormente, quizás se puede pensar en esa mixtura como una acumulación de los restos de otras percepciones, registradas en un tiempo fuera del ahora.

Es por ello que podemos pensar las imágenes del arte como esos residuos mnémicos que restituyen la experiencia pasada, pero que permiten articular un "aquí y ahora” un tanto dicotómico. Por un lado, las imágenes del arte que percibimos serían poseedoras de diferentes estratificaciones cronológicas. Serían una acumulación de episodios y experiencias pretéritas, pero construirían la actualización de los fenómenos dados en ese mismo momento ya ocurrido. Por otra parte, ese mismo sedimento temporal contendría dentro de sí capas con diferentes connotaciones. Estratos de sentido que permitirían profundizar dentro de ellos las correspondencias, diferencias o irrupciones de un significado que se da en la relación de la obra con la subjetividad de quien la contempla.

Es por eso que las imágenes del arte que nos rodean pueden ser pensadas como supervivencias de otros contextos. Formas fantasmales quizás, que operan sobre el pensamiento visual pero con efectos distintos a las épocas precedentes.  De acuerdo a este último punto, las imágenes de algunas formas del arte contemporáneo recogen, con diferentes niveles de intensidad y adecuación, algunas de esas fuerzas que no dejan de operar en la sensibilidad.

Tal como en otras oportunidades, el Salón de Estudiantes pretende relevar y posicionar en el espacio público la producción visual de la carrera de Licenciatura en Educación y Pedagogía en Artes Visuales. Las estudiantes que presentan su trabajo en este Salón han recogido, en mayor o menor medida, un clima epocal. Este mismo se ha hecho imagen a través de la intencionalidad comunicativa que declaran las obras exhibidas. Y se propone como una experiencia de contemplación, por medio de las decisiones técnicas que unen la apariencia de la obra con la reflexión de cada artista. Teniendo en cuenta que una elección curatorial puede ser una decisión en cierto modo restrictiva y parcializada, esta exposición pretende dar a conocer una zona de creación individual estudiantil, pero que da cuenta de un trabajo colectivo dentro de los cursos terminales de la asignatura de Creación II.

Miguel Zamorano

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