Para el rector Jaime Espinosa, “es motivo de satisfacción contar, por fin, con la aprobación formal del nuevo modelo educativo de la UMCE. El Modelo debe orientar el indispensable cambio curricular que debe emprender muestra Universidad para constituir la formación de profesores que la educación de Chile requiere para los próximos años”, sostuvo.“Es un mérito notable”, agregó, “que haya sido generado, a través de un reflexivo proceso de discusión participativa de los distintos actores de nuestra comunidad; hecho inédito, sin referencias conocidas en la nuestra y en otras instituciones. De esta manera, el compromiso con todo lo que viene no puede ser, sino muy auspicioso”.
Con esta decisión, culminó exitosamente un largo proceso que ha tenido diversas instancias de participación triestamental y que dará origen a la arquitectura curricular de la UMCE para los próximos años, para enriquecer las experiencias formativas y de aprendizaje de los estudiantes. La máxima autoridad recordó la importancia del modelo educativo, como “representación conceptual de todas las teorías y todas las visiones que existen en el mundo universitario, relacionado con la educación y que permite hacer selecciones, apropiaciones y generaciones creativas, innovaciones que en un todo orgánico, sistemático, coherente y no por ello menos sencillo, sirva como un punto de referencia necesario para que todos los procesos, proyectos e iniciativas, y todo lo que tenga que ver con el ajuste curricular se guíe a través de él”.
Según expresa el mismo documento, “representa una visión de conjunto que expresa un sentido del proceso formativo y del papel que juegan cada uno de los actores de la comunidad. Como conjunto de acuerdos conceptuales, referenciales y operativos que la comunidad UMCE asume respecto del sentido y principios con que orienta la formación inicial, continua y posgradual, el modelo educativo es un instrumento que se entronca con otros dispositivos fundamentales para el funcionamiento de la institución”.
Está concebido, dice, “como un cuerpo articulado de elementos de carácter conceptual, que delimitan el sentido del aprendizaje, la enseñanza, las dinámicas e interacciones que promueven la adquisición progresiva de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes sobre las que se construye el perfil profesional y académico de sus egresados”.
El rector Espinosa destacó el esfuerzo de “reflexión comunitaria sobre cómo debemos enfrentar el desafío de la educación del siglo XXI para Chile; proceso que nos compromete de manera especial, dada nuestra responsabilidad social de responder a los requerimiento del país por una formación de profesores adecuada a los contextos siempre cambiantes, diversos y complejos de la realidad y del sistema escolar”.
Sin embargo, agregó, “no bastan sus enunciados de principios ni de ámbitos de formación. Se necesita convicción y generosidad de los miembros de la comunidad académica para realizar los ajustes curriculares y articular la relación de nuestra universidad con las escuelas y liceos, propiciando comunidades de aprendizaje conjuntos. Pero no solamente el mundo académico; muy especialmente, los estudiantes, que deben desarrollar procesos comprensivos y de autohabilitación docente, a partir del carácter flexible del Modelo. Es decir, disponiéndose a aprender a aprender para enseñar a aprender”, concluyó.