De acuerdo al proyecto, se trata de “una modalidad de intervención integrada al ámbito escolar, otorgándole un carácter preventivo más que terapéutico, por estar orientada a niños sanos, sin trastorno motor o discapacidad”.
Según la experiencia de campo, agrega, los seis primeros años de vida son vitales en el futuro desarrollo de la salud mental de las personas y la influencia de los vínculos afectivos establecidos en esta etapa es fundamental para favorecer un crecimiento social y afectivo adecuado. Por ello, la iniciativa plantea que las “intervenciones mediadoras de aprendizajes en etapas tempranas de desarrollo podría ser trascendental en la construcción de esquemas de futuros conceptos y conocimiento” y reconoce la importancia del juego en el desarrollo intelectual, considerando que es un instrumento relevante para la comunicación y socialización y que “a través de las variadas actividades lúdicas que realiza el niño a lo largo de la infancia, crea y desarrolla estructuras mentales que posibilitan una vía de desarrollo del pensamiento abstracto, ensaya conductas más complejas, promueve la creatividad y la imaginación desempeñando una función muy positiva en el desarrollo del lenguaje”.
Las sesiones son llevadas a cabo por la kinesióloga Karina Alvarado –especialista formada en la UMCE- en coordinación con las educadoras de párvulos a cargo de los cursos, quien trabaja con niveles desde salacuna menor a transición de los dos jardines infantiles de la UMCE: el Centro Infantil UMCE y el jardín “Relmutrayen”, de hijos de estudiantes.
La actividad se lleva a cabo en la misma sala de clases donde los niños desarrollan sus actividades educativas cotidianas, y a través del uso de materiales como colchonetas y pelotas buscan “el desarrollo de los niños en el ámbito motor, cognitivo y socio-afectivo; con el fin de aportar en su desarrollo integral y potenciar su aprendizaje escolar”.
Karina Alvarado explica que el objetivo de la intervención es favorecer el desarrollo de los niños y acompañarlos en su desarrollo: “no es estimulación temprana, porque no se trata de eso, sino de trabajo de acuerdo a sus capacidades, que va favoreciendo y potenciando ciertas habilidades que podemos ver en los niños y, si es posible, pesquisar alguna alteración”.
En el nivel de salacuna, agregó, “se trabaja a través utilizando estrategias sensoriomotrices favoreciendo principalmente la locomoción, el equilibrio la manipulación y la marcha, dependiendo de cada edad. En el grupo más grande se trabajan estrategias más de sicomotricidad, con estructuras de sesión y objetivos diferentes”, señaló, para “favorecer la transición de juego sensoriomotor a juego simbólico, la comunicación y la creatividad, sin dejar de lado objetivos transversales como respetar turnos y compañerismo”, agregó el profesor Portales.
Para Karina, esta intervención permite a “los niños tener otro tipo de experiencia, ya que habitualmente en el jardín las actividades tienden a ser mucho más guiadas. Acá se favorece mucho la expresión sicomotriz, ellos tienen la libertad de explorar los materiales para favorecer sus habilidades de manera más libre y más creativa”, sostuvo.
La idea de una intervención kinésica innovadora en los niveles de pre-básica y primer ciclo básico, concluyó Enrique Portales, surgió en el Departamento de Kinesiología de la UMCE el año 2006, “centrado en acompañar y apoyar el desarrollo y crecimiento de los escolares en su ambiente natural, para que adquieran conciencia sobre su cuerpo, su postura y funcionalidad, contribuyendo a que los niños se eduquen con un estilo de vida saludable, promoviendo y favoreciendo hábitos de vida saludables que están en directa relación al movimiento y función de sus cuerpos”.