El curso pertenece a uno de los programas de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), y focalizó la asistencia a las zonas geográficas de Azerbaijan, Bangladesh, Chile, India, Malaysia, Myanmar, Nepal, Philippines, Sri Lanka y Turkey, “todos con experiencia e historia vinculada con desastres y amenazas naturales: terremotos, tsunamis, ciclones o aluviones”, explicó el profesor Leiva.
Fue una tremenda experiencia, agregó, “en un lugar que tiene mucha experiencia, preparación y también con compañeros que provenían de países donde este tema también está institucionalizado. Muchos venían del Ministerio de Educación o tenían relación con la reducción de riesgo de desastre”.
Durante el curso, los participantes tuvieron la oportunidad de aprender de las lecciones de Japón a través de lecturas, visitas y discusiones, para luego –al retornar a su país- formular planes de acción basados en este conocimiento adquirido: “la experiencia contempló conocer el sistema educativo (escolar y la educación superior) y la comunidad, y ver cómo están integrados a la prevención, el riesgo de desastres, cómo se respira. Tuvimos clases en JICA, pero también pudimos visitar colegios, centros comunitarios, viajamos a lugares afectados por el tsunami, conocimos a gente que vivió ahí, estuvimos en museos y memoriales donde se recuerda y se aprende a partir de ello”, señaló.
Durante estas semanas, añadió, “pude aprender de la experiencia japonesa y ver por qué a ellos les funciona lo que se proponen y es algo que está en la base, casi en el ADN de toda la gente está presente que Japón va a sufrir alguna situación desastrosa; por lo tanto, están prestos y dispuestos a atender las indicaciones, a investigar, a no olvidar lo que les ha ocurrido, y aprender las lecciones”.
También destacó el sentido comunitario de la población, que a pesar de las diferencias culturales, es responsable de sí misma: “la mayor parte se salva a sí mismo, otro porcentaje es rescatado por su comunidad y sólo un 10 % lo hacen organismos o instituciones específicas. Están preparados. Asimilar un modelo como el de ellos no es fácil. Hay coordinación de muchas entidades”, aseguró.
En cuanto al plan de acción, Roberto Leiva se ha propuesto iniciarlo en su Facultad de Artes y Educación Física. Para ello tendrá los próximos dos años, durante los cuales JICA estará monitoreando los avances: “en el pregrado -donde se pretende situar el plan de acción- se espera integrar a las asignaturas de manera natural, pero no por eso no planificada, con elementos, ejemplos y actividades que tengan que ver con cómo reducir los daños y cómo abordar la seguridad como un elemento que cruza cualquier asignatura”.
El Programa de Co-Creación de Conocimientos en Japón es, desde su inicio en el año 1954, una de las principales actividades de la JICA. Su objetivo es la formación de los recursos humanos claves para el fortalecimiento de la institución a la que pertenecen, para que contribuyan en la obtención de resultados que impacten positivamente en la búsqueda de soluciones a los problemas de sus respectivos países. Además de la capacitación de los recursos humanos, JICA procura contribuir en el progreso de los países a través del fortalecimiento de sus instituciones.