La palabra conexión nunca tuvo más sentido. No solo como conectividad, también necesaria, sino como vinculación y empatía. Y así lo han entendido miembros de la comunidad académica de la UMCE, cuyas prácticas han compartido, no como ejemplos, sino como experiencias y alternativas de exploración al momento de enfrentar la docencia en tiempo de crisis sin referentes.
Marianella Núñez imparte el “Taller de experimentación y producción visual” en el Departamento de Artes Visuales. Según comentó, es el primero de los denominados “Talleres de Creación”, que están presentes durante los ocho semestres de formación en Artes. “Esta es una asignatura, como todas las de Creación, que se realizan en codocencia, y en este caso, junto a Myriam Silva. Tenemos clases los días lunes, por la tarde, por lo que fue el primer encuentro después de dos meses de espera, es decir: mucha ansiedad”.
Luego de la introducción y de una presentación de cada uno, “hicimos nuestra primera actividad de taller –complejo en las condiciones actuales, porque necesitan interacción y respuestas inmediatas- Hicimos un ejercicio en esta primera clase, para conocerlos, como un diagnóstico. Les pedimos que hicieran un autorretrato con el material que tuvieran en sus casas y que nos contarán cómo eran a partir de ese ejercicio visual”.
“Y tuvimos muy buenos resultados, para ser el primer trabajo de un alumno que llega recién a Artes. Un logro conocer lo que realmente traen como propio. Les pedimos que lo subieran a la plataforma de Ucampus – UMCE y a la hora que había terminado la clase estaban todos los trabajos arriba. Nosotras teníamos muchas ganas de motivarlos. a pesar de su ingreso tardío, y funcionó”, comentó.
“Trabajar con Internet para nosotros ha sido vital. No habríamos podido sobrevivir sin ella, pero lo más difícil ha sido manejar los tiempos”, señaló, porque el confinamiento se ha traducido en largas jornadas laborales frente a la pantalla: “mañana, por ejemplo, tenemos examen de Creación de Cuarto y luego reunión de profesores en la tarde. Todo con pantalla. Por la tarde, prueba con alumnos de primero terminan su segundo semestre y también es examen, se hace difícil construir horarios”, dijo.
En Química también sortean la docencia en equipo, adecuándose a la crisis y a la incertidumbre, abordándola con mucho de sentido común explicó el profesor David Reyes, de “Habilidades Comunicacionales”, del plan nuevo para estudiantes de primer año, una asignatura vinculada con el uso de la tecnología, con un componente oral y tecnológico.
“Si bien soy especialista en educación mediada por tecnología y debiera estar en mi máximo éxtasis tratando de obtener información, eso sería muy poco empático y no es lo que necesitamos en este momento”, afirmó. Profesor Reyes comparte el llamado de parte de la comunidad de investigadores en el área TIC y Educación, que llama a no intentar normalizar la docencia en medio de la crisis “y a guiarnos por una pedagogía de la necesidad más que por una de la compulsión”.
Este es el segundo año que imparten “Habilidades Comunicacionales”, relató Reyes, en co docencia con el profesor Pablo Rojas, y por primera vez junto al académico Carlos Hernández. La primera versión resultó exitosa y esperaban que ésta también lo fuera, pero en diferente contexto: “yo aún no logro dimensionar qué es ser alumno mechón en estas circunstancias”.
Y aunque hace años que han incorporado las TIC en la formación de estudiantes, agregó, "la inmediatez de hacer nuestra docencia de manera totalmente remota nos ha significado un esfuerzo adicional. En tal sentido, hemos potenciado nuestros hacer docente con el uso de las herramientas y recursos disponibles en la plataforma Moodle, las que se han potenciado con la incorporación de recursos específicos para escritura química y matemática simbólica. A lo anterior se agrega el espacio que nos brindan las videoconferencias. De manera que, la plataforma Moodle y las videoconferencias han sido los medios que hemos empleado para abordar la docencia".
Por iniciativa de Pablo Rojas decideron iniciar el curso de primer año con entrevistas personales a cada estudiante, lo que implicó tomarse el tiempo con 35 personas: “en este caso, la Universidad somos nosotros y por eso nos quisimos acercar lo más posible – aunque al comenzar tenían todos las cámaras apagadas. A través estas entrevistas nos permitieron entrar a sus casas y prendieron la cámara. Eso nos llevó a conocer la realidad de cada estudiante. Se abrieron mucho, lo que ha sido gratificante y enriquecedor”.
Iniciaron con una conversación sobre sus motivaciones vocacionales, “pero también nos interesaba saber cuál era el contexto particular, si tenían un espacio para trabajar, si tenían electricidad o contaban con un computador o con cuántas personas lo compartían su casa. A partir de esa información veremos cómo podemos empujar el curso y tomaremos las decisiones necesarias para adecuarlo”. Para muchos la vocación venía desde la educación básica, agregó Reyes, “y a partir de estas historias pudimos conocer sus realidades”.
Considerando los problemas que tienen para conectarse, agregó, “no es posible hoy reproducir los patrones presenciales a una videoconferencia, o plantearla a la sincronización de las clases. Las condiciones actuales nos han llevado a hacer adecuaciones que decidimos hacer para transformar el curso completo, con actividades autónomas para los estudiantes y evitar la sincronía porque es imposible Si todo funciona bien tras el primer mes, deberíamos dejar el curso abierto para que los estudiantes lo desarrollen, con un horario para reunión como para consultas”.
A su juicio, el foco debe estar hoy “en rescatar la situación, entender que estamos en un contexto de fragilidad de la vida. Sería ideal estar discutiendo qué currículum debiera adoptar la Universidad para la pedagogía virtual, pero no es el momento de dar esa discusión”, concluyó.
