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Jueves, 31 Enero 2019 17:39

#TituladaUMCE Mabel Mendoza: dejó la Ingeniería para seguir su vocación y ser profesora de Matemática Destacado

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La ahora profesora de Matemática se dio cuenta que enseñar era su real vocación mientras estudiaba otra carrera. En su trayectoria, destaca el aprendizaje de haber trabajado en un contexto social y geográfico adverso.

Tras haber estudiado 3 años Ingeniería, Mabel Mendoza se dio cuenta que no era lo suyo. Por eso se cambió a Pedagogía en Matemáticas en la UMCE y en 2011 comenzó a estudiar la carrera que siempre soñó. "Decidí estudiar pedagogía porque siempre quise ser profesora, me encantaba enseñar porque yo también aprendía en el proceso", cuenta.

-¿Cómo fue el proceso de cambiar de carrera?

-Cuando salí del colegio no entendía mucho el acceso a la universidad. Postulé mal y quedé en Ingeniería en la UTEM, deshabilitándome de entrar a estudiar Pedagogía por el orden de la postulación. Cuando ya me vi en esa situación pensé que podría hacer clases igual como ingeniera, pero al pasar los años estudiando me di cuenta que no era lo que quería. Desde Primero Medio les hacía clases a mis compañeros y compañeras cuando teníamos pruebas de Física y Matemática, y esa era mi real vocación. Gracias al apoyo de mis padres me cambié de carrera, hice las averiguaciones y postulé a un cambio interno de universidades porque cumplía con el puntaje de la generación para entrar. Postularon cuatro personas para la facultad de ciencias básicas y quedé yo.

-¿Por qué escogiste la UMCE?

-Estudiar en la UMCE es asegurar una formación de verdad, para mí es la universidad de la Pedagogía, por su historia, su trayectoria, y también porque es una universidad pública y del Consejo de Rectores. La verdad es que era mi única opción de casa de estudios para esta carrera.

-¿Cuáles son tus mejores recuerdos de la universidad?

-Mis mejores recuerdos son Las cuecas del Peda; el paro del 2011 que fue extenso, pero lleno de experiencia y aprendizaje; las clases de modelos y enfoques con la profe Virginia; las Olimpiadas de Matemática; mis compañeros y compañeras; y mis profesores y profesoras, que también los y las recuerdo con mucho cariño, pese a que nos hacían sufrir con sus evaluaciones.

-¿Tienes algún referente o alguien que admires en tu área?

-Siento que en el área de Matemática hay muchísimos referentes que una utiliza en la enseñanza, pero antes de ser especialistas somos profesores y profesoras. Sin duda, desde esa arista mi referente (y creo que el de varios y varias) es Paulo Freire, que siempre que lo leo y releo pienso cómo podía entender tan bien la educación, cómo podía explicar tanto cómo debe ser el proceso educativo en los niños y jóvenes.

¿Cómo fue tu primera experiencia laboral en el aula?

-Antes de trabajar con título, hice reemplazos y talleres. Mi primera experiencia fue en el Colegio Altamira de Peñalolén. Estaba haciendo mi práctica de observación en el 2013 y mi profe evaluadora, que es muy buena profesora, le gustaba mucho cómo yo hacía las clases (me dejaba hacerlo) y luego de terminar la práctica me dijo si podía reemplazarla porque necesitaba tomarse una licencia médica por el segundo semestre. Acepté sus horas (26 si mal no recuerdo) y la verdad fue una experiencia maravillosa. El colegio tiene una corriente más artística, de manera que los estudiantes no tenían tanta fascinación por la matemática, por lo mismo el desafío era mayor, pero fue una muy buena experiencia, reafirmó mi compromiso con la educación y con las ganas de enseñar y aprender. Seguí haciendo reemplazos hasta el 2017 en ese colegio hasta que me cambié de ciudad.

-Cuéntanos de tu actual trabajo ¿cómo ha sido la experiencia? ¿cuál ha sido el mayor aprendizaje? 

-Mi actual trabajo es como profesora de Matemática en el Liceo Carlos Haverbeck Richter de Corral. Tengo jefatura además en un Primero Medio. Estoy en este liceo desde el 15 de marzo del 2017. Luego de titularme, me fui a vivir a Valdivia y encontré este trabajo. La experiencia ha sido increíble, de partida porque geográficamente es otra realidad. Para llegar al liceo tenía que tomar una barcaza o una lancha que demoraba entre 20 a 30 minutos en cruzar. Además, la gente es distinta también. Los estudiantes del liceo son jóvenes muy cercanos, muy amorosos y la realidad de la comuna es muy diversa. El liceo tiene un porcentaje de vulnerabilidad mayor al 85%, de manera que conocí a jóvenes con distintas realidades, a apoderados y apoderadas tanto profesionales como con escolaridad básica incompleta, pero con una calidad humana de primer nivel. Mi mayor aprendizaje ha sido la manera de relacionarme con mis estudiantes, comprender sus necesidades, sus inquietudes, apoyarlos y darles lo mejor de una como docente.

Trabajando en el liceo participé de todas las actividades donde debían ser protagonistas los profesores y profesoras. Para el día del alumno organicé a mis colegas para realizar una coreografía tipo Zumba y los estudiantes quedaron fascinados con la performance de sus profesores y profesoras. También fui la locutora de la licenciatura de los Cuartos Medios este año, coreógrafa del baile del desfile del 21 de mayo, Miss belleza natural de las profesoras, etc. En fin, siempre participé en todo lo que mis estudiantes me pedían, sobre todo siendo profesora jefa del curso. Lo que para mí fue más significativo fue la celebración sorpresa de mi cumpleaños y mi despedida. Este año me cambio de ciudad y por lo mismo de trabajo. Esto fue un poco repentino y mis estudiantes y apoderadas hicieron una hermosa despedida que siempre voy a atesorar.

 

Visto 1529 veces Modificado por última vez en Martes, 05 Febrero 2019 06:02
Natalia Bobadilla Zúñiga

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