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Miércoles, 26 Septiembre 2018 15:01

#TituladoUMCE Fabián Bravo trabaja por acercar la educación científica a estudiantes y profesores del país Destacado

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Con proyectos como el Bus ConCiencia y Currículum 360, Fabián Bravo, profesor de Biología y Ciencias Naturales, trabaja por motivar el interés por las ciencias y promover mejoras en las prácticas de los docentes en lugares del país que poseen menos oportunidades de acceso a este tipo de iniciativas.

Mientras cursaba dimensionar Pedagogía en Biología y Ciencias Naturales en la UMCE, Fabián Bravo se dio cuenta del poder transformador que tiene la educación y la pedagogía, además de la identidad que entrega ser formado en la UMCE. Por eso hoy, desde su trabajo en la Fundación Ecoscience mantiene su compromiso de educar a niñ@s y jóvenes sobre los temas que lo apasionan.

-¿Por qué decidiste estudiar pedagogía? 

-Entré a la UMCE el año 2003, con la mente llena de preguntas sin responder y luego de un año de experiencias valiosas, fuera de la burbuja del colegio. Tuve el privilegio de estudiar en un liceo emblemático, donde desarrollé mi gusto por entender la naturaleza, la sociedad y de adquirir cultura cívica, pero también una visión deformada de la realidad. En esos años, la profesión docente era poco valorada socialmente y, en conversaciones con ex profesores, me recomendaban que estudiara otra carrera, ya que el campo profesional iba a ser duro y poco gratificador. El año anterior había postulado a Enfermería, pero no me convenció la elección y desistí. La decisión tuvo consecuencias caras: trabajé seis meses haciendo turnos de noche en un supermercado y la otra mitad del año haciendo turnos de día. Estuve un tiempo cumpliendo el servicio militar e intenté tomar un preuniversitario para mantenerme estudiando y completar vacíos que arrastraba desde el liceo, pero no funcionó. Las responsabilidades económicas en el hogar eran más urgentes.

En ese tiempo conocí y conversé con personas de esfuerzo, muy inteligentes y maduras, que la vida no les dio la oportunidad de trabajar o hacer lo que siempre soñaron. Depositaban las esperanzas en sus hijos y no veían la luz del día con tal de "parar la olla", y con eso aliviarles la carga para que pudieran trabajar y pagar sus estudios. En esos adultos vi la vida de mi madre y puse los pies en la tierra en que debía estudiar una carrera con vocación social y poner mi trabajo al servicio de un país más justo, donde la dignidad de las personas importara más que sus medios económicos.

-¿Por qué en la UMCE? 

-A pesar de todo lo anterior, no seguía muy seguro de haber tomado la decisión correcta. El área salud y el área pedagogía me atraían por igual y opté por la UMCE porque ambos caminos estaban disponibles, ya que estaba la opción de cambiarme a kinesiología si sentía la necesidad de comenzar otra vez. Desde mi actual posición como docente veo que pedimos a los adolescentes que terminando la escuela tomen una decisión vocacional, cuando varios aún no han terminado de madurar o no han tenido el tiempo necesario para conocer del mundo y ponderar sus deseos con la realidad. 

Fue recién el segundo año de mi carrera cuando conocí a una persona clave: el profesor Luis Rubilar. En sus clases de psicología conversamos de temas sociales, pusimos en cuestionamiento los supuestos escolares bajo los que fuimos educados, tuvimos conversaciones existenciales y pienso que varios de l@s compañer@s en el curso abrimos los ojos y comenzamos a dimensionar el poder transformador que tiene la educación para nuestra sociedad, del verdadero valor de la pedagogía, de la historia y de la identidad de ser formado en el Pedagógico y no en otra universidad. Desde ahí afirmé mi compromiso de continuar en Pedagogía en Biología y Ciencias Naturales y poder educar a niñ@s y jóvenes sobre los temas que me apasionaban.

-¿Cuáles son tus mejores recuerdos de la universidad?

-Mis mejores recuerdos ocurrieron en dos etapas. La primera fue en la época en que nos opusimos con fuerza al CAE, el año 2005, y luego en la Revolución pingüina el 2006. Sentíamos que el Estado faltaba a sus deberes, y que reposaba en los privados su responsabilidad por proveer educación gratuita y de calidad para todos(as). En aquella época, mis amigos(as) eran dirigentes del centro de estudiantes de la carrera. Recuerdo haber conversado con compañeros(as) tanto de Biología como de otras carreras de la universidad, incluso con amigos(as) que estudiaban en otras universidades sobre estos puntos, haber compartido los sueños de un mejor país y de haber contribuido con un granito de arena en un momento histórico. Todos(as) unidos fuimos capaces de romper el largo empate entre la Derecha y la Concertación sobre las reformas al modelo de educación que heredamos de la Dictadura, y el Estado debió cambiar el foco de las políticas públicas en educación.

En esos años también me apasionaba la neurobiología, y tuve la oportunidad de tomar algunos cursos en la Facultad de Ciencias y en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y ser ayudante en los laboratorios de la profesora Gricelda Ruiz. Ella siempre me acogió y canalizó mis intereses, nos cedió un espacio y recursos propios en su oficina para que pudiéramos estudiar e investigar junto a otros(as) compañeros(as) y pudiéramos sentirnos más acogidos dentro de nuestro propio Departamento. Egresé de la carrera el año 2008, y dejé pendiente mi práctica profesional y mi tesis, ya que iba a nacer mi hijo Tomás. La segunda época vino entre los años 2011 y 2012, cuando pude retornar a la universidad a completar los compromisos pendientes. Continué realizando ayudantías en los laboratorios de Fisiología junto a Gricelda Ruiz, trabajé mi tema de tesis y en paralelo trabajé en un liceo cerca de la universidad. En esa época inicié también mi relación con mi actual esposa, compañera de carrera y amiga de muchos años, y quien fue una importante impulsora para que completara mi proceso de titulación, sobre todo cuando el futuro se volvía incierto y mi trabajo demandaba demasiada atención.

-¿Tienes algún referente o alguien que admires en tu área?

-Mi admiración está con los(as) miles de profesores, educadoras de párvulo y educadoras de diferencial que, a nivel nacional y de manera anónima, hacen un trabajo comprometido y vocacional en sus comunidades. Además de educar en sus campos de especialidad, luchan porque sus estudiantes rompan el círculo de la pobreza, los impulsan a ir más allá de las limitaciones que la sociedad les ha impuesto a sus familias, les otorgan herramientas para la resiliencia, les motivan a aprender, a soñar y plantan en ellos(as) semillas de un mejor futuro. Esto lo he visto en mis últimos seis años visitando escuelas a través del país. Mi mayor referente de la pasión por enseñar es Gabriela Mistral, parafraseando el título del libro editado por Cristian Warnken el año pasado, y que recomiendo leer a todos quienes trabajan o se están formando para esta maravillosa labor.

 -¿Cómo han sido tus experiencias en el aula?

-En una primera etapa, trabajé como profesor de Biología, de Ciencias Naturales, y tuve algunas horas de Educación Tecnológica. Fueron años donde aprendí que la carrera universitaria es muy diferente al campo laboral y que otra vez se vuelve necesario deconstruir supuestos que se traen desde la universidad, sobretodo los sesgos academicistas y centrados en los contenidos. Un ejercicio sano fue cuestionar mis propias prácticas docentes y alimentarlas de mejores modelos didácticos que los recibidos en mi época de estudiante. Eso me abrió las puertas para trabajar en paralelo en la Escuela de Verano de la Universidad de Chile, primero como profesor auxiliar y, desde el 2011, con dos cursos propios para enseñar Biología a estudiantes de 5° y 6° básico, bajo la óptica del método indagatorio.

-¿Qué nos puedes contar del proyecto Bus ConCiencia?

-Terminando el año 2012 me incorporé al equipo de Fundación Ecoscience, mi actual trabajo. En ese entonces a cargo del proyecto Bus ConCiencia. Este es un bus que fue transformado en un laboratorio móvil y que en su interior se realizan clases de Ciencias Naturales para estudiantes de escuelas rurales y vulnerables a través del país. La idea nació de dos importantes filántropos (Bernardita Méndez, presidenta de Fundación Ciencia & Vida, y Eduardo Ergas, presidente de Fundación Ecoscience), con el objetivo de motivar a los (as) niños(as) a observar el mundo a través de los ojos de la Ciencia, y de promover mejoras en las prácticas de los docentes que enseñan Ciencias en lugares que poseen menos oportunidades de visitar eventos de divulgación y valoración de las Ciencias, que se realizan con frecuencia en las ciudades principales del país.

Actualmente esta idea ha dado sus frutos y la hemos escalado desde contar con un único laboratorio a tener tres, articulados en el programa Laboratorios Móviles ConCiencia. Dos de nuestros laboratorios (Bus ConCiencia, y ConCiencia Astronomía) recorren Chile desde Arica a Coihaique. Destinamos de manera permanente otro de los laboratorios a la Región de Magallanes y Antártica chilena, ya que esta zona posee grandes laboratorios naturales, aislados del resto del territorio nacional, con una diversidad de frágiles fenómenos a la espera de ser estudiados. Nuestra misión es apoyar la educación científica que se imparte en la escuelas públicas, para que consiga entregar las herramientas cognitivas y procedimentales necesarias en la comprensión y valoración del entorno natural, social y tecnológico. Pensamos que la comunidad local cuando comprende los fenómenos de su entorno se empodera de su realidad y logra concientizar a un mayor número de personas sobre la importancia de proteger de los impactos antrópicos y del cambio climático a su entorno, de generar un consumo de recursos más responsable y conservar su patrimonio para la humanidad. Este espíritu guía nuestra gran meta de llegar a contar con un laboratorio móvil para cada región del país y también poder visitar escuelas en otros países de Latinoamérica con el programa.

-¿En qué proyectos te encuentras trabajando?

-Actualmente como Director de Educación tengo el desafío que nuestros programas lleguen de manera gratuita a los estudiantes y profesores con menores posibilidades de acceder a ofertas de educación científica, sea por condiciones geográficas o de alta vulnerabilidad. También de forjar alianzas con instituciones que compartan nuestra filosofía, capacitar a docentes en el prácticas para la mejora educativa institucional y buscar nuevos nichos de innovación, para que finalmente la experiencia de aprender Ciencias en la escuela sea una puerta a la motivación y la felicidad y que a su vez contribuya al desarrollo de las habilidades sociales e intelectuales para un mundo totalmente dependiente de la tecnología y la ciencia.

Otro de nuestros programas educativos es Currículum 360, a través del cual buscamos potenciar el desarrollo de competencias de investigación científica en estudiantes mediante el uso de tecnologías de realidad virtual, las que nos facilitan la obtención de evidencias que aplican en investigaciones realizadas en clases de Geografía y de Ciencias. Para esta tarea, cada estudiante utiliza un smartphone acoplado a un visor de realidad virtual, con el que realiza experiencias inmersivas proporcionadas por apps y videos, donde, por ejemplo, puede bucear por diversos ecosistemas oceánicos, caminar entre dinosaurios o visitar diversos lugares de nuestro país, como el bosque valdiviano, el desierto florido, glaciares cordilleranos, entre otros, de la mano de explicaciones ofrecidas por estudiantes de otras escuelas del país. Con este programa estamos llegando durante 2018 a escuelas de lugares más remotos del país, como el archipiélago Juan Férnandez, Isla de Pascua, Puerto Edén y Puerto Williams.

 

 

 

Visto 1702 veces Modificado por última vez en Jueves, 27 Septiembre 2018 19:53